Los campamentos: un elemento más del empobrecimiento de la clase trabajadora

Por Fundación Rukawe

A finales de octubre, el MINVU publicó el resumen de resultados del Catastro Nacional de Campamentos 2022, donde se observó mucho más que la constante tendencia al aumento de campamentos y hogares al interior de ellos. Las cifras evidencian que el problema de la vivienda excede a una cuestión de mejoramiento de políticas públicas subsidiarias, sino que más bien es un elemento más de una crisis estructural de las condiciones de vida de las clases populares.

Según los datos publicados, 48% de los hogares en campamentos se encuentran bajo la línea de la pobreza, mientras que un 25% se encuentra bajo la línea de la pobreza extrema. Esto quiere decir que un 27% de las personas que viven en campamentos no son pobres. Esto nos lleva a dos conclusiones: 1) la medición de pobreza está mal diseñada y entrega información de pésima calidad a la opinión pública o 2) vivir en campamentos es una realidad para quienes están sobre la línea de la pobreza y, por lo tanto, un problema mucho más transversal de lo que se pudiera pensar.

Por otra parte, 7% de las personas se encuentran desocupadas, por lo que el problema no es el desempleo, si no que los empleos con bajas remuneraciones. 58% solo han alcanzado la educación básica, por lo que hay grandes deudas educativas con este sector de la clase trabajadora y que afecta en su vida laboral.

40% de los hogares en campamento son migrantes, de este porcentaje un 42% manifiesta que el campamento es su residencia definitiva, lo cual confirma que son un grupo muy precarizado de la clase trabajadora.

Las mujeres invierten en trabajo doméstico entre 2-3 veces más horas que los hombres, lo cual indica un alto grado de explotación, gran división sexual del trabajo y pronostica una mayor precariedad de estas mujeres, ya que el trabajo doméstico no es remunerado.

La gravedad de estas conclusiones se corrobora cuando se analiza los motivos por los cuales las familias llegaron a un campamento. 55% dice haber llegado por bajos ingresos, 47% por el alto costo de los arriendos, 21% por falta de empleo y 19% por dejar de ser allegados.

Si bien, es importante crear políticas habitacionales efectivas y de calidad, que solucionen las necesidades extremas de quienes viven en campamentos, estas no solucionan el problema estructural de empobrecimiento progresivo de la clase trabajadora y, en consecuencia, la disminución significativa de su bienestar. De no abordar estas situaciones, no solo no cambiará la trayectoria del aumento de campamentos, si no que empeorarán las condiciones de vida de la clase trabajadora en el más amplios de los sentidos.

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