Según las estadísticas habitacionales entregadas por el Observatorio Urbano del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, 81% de las personas beneficiadas por el Subsidio de Vivienda D.S 49 son mujeres; lo que devela, que las mujeres son quienes se han hecho cargo de canalizar la demanda familiar. Esta preponderancia femenina también se observa en las organizaciones territoriales, tales como comités de vivienda y asambleas territoriales.
Esto se explica, debido a la división sexual del trabajo, a través de la cual históricamente las mujeres han sido obligadas a asumir el trabajo reproductivo y de crianza al interior de los hogares, comunidades y territorios. Por lo tanto, es fundamental interpretar esta realidad del mundo del trabajo desde una perspectiva de género, al momento de diseñar e implementar de políticas públicas y en toda actividad o intervención que se desarrollen en los territorios y comunidades.
Más específicamente en vivienda, quienes financian, regulan, diseñan y ejecutan proyectos tienen una responsabilidad directa sobre las condiciones de vida y laborales tanto de las comunidades en su conjunto, como de las mujeres que habitan y trabajan en ellas. Un diseño determinado puede precarizar el trabajo o brindar mejores condiciones, propiciar el aislamiento o la asociatividad y ayuda mutua entre pobladoras y pobladores.
En lo concreto, esto se traduce en diseñar barrios que no se transformen en meros dormitorios, sino que en espacios donde se desarrolle plenamente la vida de las familias y comunidades, en las cuales el trabajo de crianza y reproductivo no se continúe precarizando, sino que se fortalezca a través del acompañamiento y solidaridad de todes los habitantes del territorio.
Fundación Rukawe
